El mito de la creación japonés. Origen del mundo y de las islas de Japón según la mitología japonesa
El mito de la creación japonés es uno de los relatos más importantes dentro de la mitología japonesa y de la religión Shinto, y se remonta a las antiguas crónicas como el Kojiki y el Nihon Shoki, que recopilan historias de dioses y sus hazañas. Este mito en particular nos cuenta cómo surgió el mundo, cómo fueron creadas las islas de Japón y cómo aparecieron las primeras deidades. Es una historia llena de simbolismo, poder y tragedia, protagonizada por dos deidades jóvenes: Izanagi e Izanami.
La creación del mundo y las islas de Japón
El mito japonés de la creación del mundo nos sitúa en un tiempo donde solo existían los cielos y las aguas primordiales, un caos sin forma que aguardaba la llegada de los dioses para darle orden. Las primeras deidades, conocidas como kami, surgieron del vacío, pero no fueron estas las que realizaron la creación del mundo. Esa tarea fue encomendada a dos dioses jóvenes, Izanagi e Izanami, quienes recibieron de los dioses superiores una lanza celestial llamada Ame no Nuboko. Con esta lanza, Izanagi e Izanami removieron las aguas del caos desde el Puente Flotante del Cielo y, al levantarla, las gotas de sal que cayeron de su punta se solidificaron, formando la primera isla: Onogoro-shima.
Aquí vemos el simbolismo de la creación como una actividad que requiere orden y acción. Este acto inicial de Izanagi e Izanami no solo representa el nacimiento físico de las islas de Japón, sino también el establecimiento del orden divino sobre el caos primordial.
La unión de Izanagi e Izanami. La creación de las islas
Una vez que descendieron a Onogoro-shima, Izanagi e Izanami decidieron establecerse allí. Construyeron un gran pilar en el centro de la isla y lo rodearon como parte de un ritual de unión matrimonial. Durante esta ceremonia, ambos dioses se dirigieron el uno al otro: Izanami habló primero, algo que, según los dioses superiores, fue un error. Esta ruptura del protocolo divino provocó que sus primeros hijos fueran deformes, como una sanguijuela, y tuvieran que ser abandonados.
Después de consultar nuevamente a los dioses, Izanagi e Izanami realizaron el ritual correctamente, con Izanagi hablando primero. De esta unión, finalmente nacieron las islas que conforman Japón. La primera isla que crearon fue Awajishima, seguida de Shikoku, Kyūshū, y finalmente todas las demás islas del archipiélago japonés.
Este acto de creación en el mito de la creación japonés no es solo un evento físico, sino también un reflejo de las normas y jerarquías que gobiernan el universo. La importancia de seguir el orden divino es fundamental, y el error de Izanami al hablar primero muestra cómo el equilibrio del mundo depende de que se sigan las reglas establecidas por los dioses.
Nacimiento de las deidades: Los kami del hogar, el viento y la naturaleza
Después de la creación de las islas, el siguiente paso en el mito japonés de la creación del mundo fue el nacimiento de las deidades o kami. Estas divinidades son responsables de los distintos aspectos de la naturaleza y la vida cotidiana de los humanos. Izanagi e Izanami dieron a luz a dioses que representaban elementos fundamentales del mundo: el viento, el mar, los ríos, los árboles y las montañas. Estas deidades no solo controlaban los fenómenos naturales, sino que también se encargaban de proteger a los humanos, especialmente en sus hogares y en la agricultura.
Uno de los puntos más interesantes de este mito es cómo la creación de la naturaleza y los elementos está directamente relacionada con el acto reproductivo de los dioses. Los dioses del viento, el mar y las montañas no surgieron por accidente, sino que fueron engendrados como resultado del amor y la unión de Izanagi e Izanami, lo que refuerza la idea de que el mundo está intrínsecamente conectado a las deidades que lo gobiernan.
La tragedia de Izanami. El nacimiento de Kagutsuchi y su descenso a Yomi
La historia de la creación en la mitología japonesa da un giro trágico cuando Izanami, la diosa madre, da a luz a Kagutsuchi, el dios del fuego. El nacimiento de Kagutsuchi fue fatal para Izanami, ya que las llamas del dios quemaron su cuerpo mortalmente. Mientras Izanami agonizaba, nuevas deidades surgieron de sus fluidos corporales: dioses que representaban la vida y la muerte, nacidos de su dolor y sufrimiento.
La muerte de Izanami marca un punto de ruptura en el mito, ya que introduce la idea de la mortalidad incluso entre los dioses. Izanami desciende a Yomi, el inframundo japonés, donde los muertos residen en un estado de oscuridad y putrefacción. Este es un cambio drástico, ya que hasta este punto la historia había sido de creación y vida. Ahora, la muerte irrumpe en el mundo de los dioses.
Izanagi, devastado por la pérdida de su amada, decide ir en su búsqueda al inframundo. Este acto refleja el profundo amor que Izanagi sentía por Izanami, pero también muestra su desesperación ante la pérdida. El viaje de Izanagi a Yomi no es solo una búsqueda de su esposa, sino una lucha por revertir el proceso de la muerte y traer de vuelta la vida.
Izanagi en Yomi. El inframundo y el origen de la purificación
El descenso de Izanagi a Yomi es una de las partes más oscuras del mito japonés de la creación del mundo. Yomi es descrito como un lugar de descomposición y sombras, muy similar al inframundo en otras mitologías. Izanagi encuentra a Izanami, pero al verla en un estado de putrefacción, huye aterrorizado. Izanami, furiosa por el abandono, promete vengarse, amenazando con llevarse a mil personas al día al reino de los muertos. Izanagi, en respuesta, promete crear mil quinientas nuevas vidas cada día, simbolizando el ciclo eterno de la vida y la muerte.
Este pasaje es particularmente importante en la religión Shinto, ya que introduce el concepto de la purificación. Tras escapar de Yomi, Izanagi realiza un ritual de purificación conocido como misogi, en el que se baña en un río para limpiar las impurezas del inframundo. De este acto nacen tres deidades cruciales para la mitología japonesa: Amaterasu, la diosa del sol, Tsukuyomi, el dios de la luna, y Susanoo, el dios del mar y las tormentas.
La purificación en el Shinto no es solo un acto simbólico, sino una parte fundamental de la vida religiosa en Japón. El mito de Izanagi muestra cómo la impureza puede manchar incluso a los dioses, y cómo la limpieza es necesaria para restaurar el orden cósmico. Este concepto de pureza e impureza sigue siendo relevante en la cultura japonesa hasta el día de hoy, manifestándose en rituales y prácticas cotidianas.
La descendencia divina. El linaje de los dioses y el origen del emperador japonés
El mito de la creación japonés no solo se enfoca en la creación de las islas y las deidades, sino que también establece el origen del emperador de Japón. Según la mitología, el emperador es descendiente directo de Amaterasu, la diosa del sol. Este linaje divino, conocido como el linaje de los kami, ha sido utilizado durante siglos para legitimar el poder de los emperadores japoneses.
La importancia de Amaterasu y su descendencia divina es central en la mitología japonesa. La relación entre el sol, la naturaleza y la realeza muestra cómo la mitología fue utilizada para crear un sistema de creencias que consolidaba el poder político y espiritual en una sola figura: el emperador. Esta conexión entre el cielo y la tierra, entre los dioses y los hombres, es un reflejo de la estructura jerárquica de la sociedad japonesa, donde el orden cósmico y el orden social están intrínsecamente entrelazados.
Conclusión. El legado del mito de la creación japonés
El mito de la creación japonés sigue siendo uno de los relatos más importantes de la mitología japonesa y de la religión Shinto. No solo explica el origen del mundo según la mitología japonesa, sino que también introduce temas fundamentales como la creación, la muerte, el ciclo de vida, y la necesidad de la purificación. Desde la creación de las islas de Japón hasta el linaje divino del emperador, este mito encapsula muchos de los valores y creencias que siguen siendo fundamentales en la cultura japonesa.
La historia de Izanagi e Izanami no es solo un relato antiguo, sino una lección sobre el mito de la creación japonés, sin duda, una pieza central en la mitología japonesa y en el sistema de creencias Shinto, explicando no solo la formación del mundo y las islas de Japón, sino también el origen de las deidades y su relación con el poder divino en la tierra. Esta historia protagonizada por Izanagi e Izanami marca la transición del caos al orden, de la nada a la existencia, y de la vida a la muerte.
Preguntas frecuentes
El mito de la creación japonés es la narración sobre cómo los dioses Izanagi e Izanami crearon el mundo y las islas de Japón, y dieron origen a las primeras deidades según la mitología japonesa.
Izanagi e Izanami son los dioses creadores en la mitología japonesa. Utilizaron una lanza celestial para remover las aguas primordiales y formar las primeras islas de Japón. Su historia incluye tragedias que explican el origen de la vida y la muerte.
En el mito japonés de la creación del mundo, Izanagi e Izanami usan una lanza celestial para remover las aguas del caos, y de las gotas que caen de la lanza nace la primera isla. Luego crean otras islas, dando forma al archipiélago japonés.
Tras dar a luz al dios del fuego, Kagutsuchi, Izanami muere y desciende al inframundo (Yomi). Izanagi intenta rescatarla, pero al verla en un estado de descomposición, huye, marcando la separación entre la vida y la muerte en la mitología japonesa.
Tras escapar del inframundo, Izanagi realiza un ritual de purificación en un río, lo que da origen a importantes deidades como Amaterasu. Este acto simboliza la necesidad de limpiar las impurezas del contacto con la muerte, un concepto clave en la religión Shinto.